Mi primer mate

Ya había probado el mate, claro, pero nunca había hecho uno para mí, con mis propios instrumentos: una bombilla barata, agua calentada donde caliento la del café, una muestra gratis de yerba y un jarro mug. Soy el MacGuiver del mate.

El mate es una yerba amarga que crece principalmente en las riberas del río Paraná y el río de La Plata. Se sirve en un vasito de calabaza que también se llama mate, de hecho, el vasito fue el que le dio el nombre a lo demás. Fue parte de la dieta básica de los indígenas guaraníes y ahora también es parte de las culturas de los países que habitaban y sus cercanías: Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Como colombiano, la única familiaridad que tuve con el mate fueron principalmente dos: el room-mate y el jaque mate.

La primera vez que vi el mate y lo probé, fue en Cartagena, cuando trabajaba en la FNPI. Ahí una uruguaya me dio un poquito para probar. Y bueno, era como un té al que se le había roto la bolsita. Era común ver a los periodistas de la ribera del Paraná llegar con su equipo de mate a los talleres y seminarios. Exótico, pero común.

El equipo de mate consta de: termo para llevar el agua caliente, el vasito de calabaza, la yerba y un pitillo metálico que se llama bombilla. (Nunca digan que la bombilla es un pitillo frente a alguien de la ribera del Paraná).

Mi amigo y room-mate Cosmo tomaba mate en Bogotá, debe ser una consecuencia de una vez en que un cassette le contagió argentinofilia. Nunca me le apunté a tomar con él. Además, café mata mate, es lo que decimos los de la ribera del río Cauca. Él sostiene que el mate es beneficioso.

Entre los beneficios del mate, se dice que elimina la fatiga y favorece la actividad mental y física. Y parece que así es. Me dio la energía para escribir este post.