Hace un tiempo me dieron un libro que aprecio mucho, de Gustavo Adolfo Bécquer. Y como conocía tan poco de él, me puse a investigar. En la búsqueda encontré un artículo sobre un artículo que escribió el poeta sobre un viaje en tren. Entre las mil cosas que decía, contaba lo siguiente: ”Es triste recorrer en medio de la noche esta línea de ciudades que parecen otros tantos sepulcros donde yacen nuestras glorias, nuestro poder y nuestras tradiciones de grandeza.”
Y yo pensaba que era el único con esa sensación de desolación que dan los viajes nocturnos.
Creo que la desolación es porque en esos viajes el equipaje pesa menos que la incertidumbre. Y éste, el vuelo nocturno en el que llegué a Buenos Aires, es la confirmación de la regla. Con ésta ya son cinco las ciudades en las que he vivido. No sé cuánto tiempo me quede aquí y no sé que va a pasar. En todo caso, espero contar cómo va la vida del extranjero (que seguramente es una idea poco original). La contaré hasta que me se me esté afectando el acento, y eso indicará que es hora de irse o de cerrar este blog. Vaya uno a saber.
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