martes, 2 de agosto de 2011

El bus 60

"Tomá el 60, que te deja en frente. La parada la encontrás en Independencia y Salta". Pero en Independencia y Salta no había paraderos para el 60.

Los paraderos se reconocen porque son postes con un cartel que dicen el número de la ruta. Pero donde me indicaron no decía 60 por ninguna parte.  Eso sí, los sesenta pasaban por Salta, de bota campana y solapa ancha, pero no veía que pararan. Caminé y caminé, viendo los números de los paraderos. 168, 126, 96, 32. Nada del 60.

Tarde, de afán y todavía lejos, vi pasar el 53. Un poco desesperado pensé que tal vez ese bus serviría, sólo que me dejaría siete cuadras más lejos (60 - 7 = 53). Enseguida me dije que seguro el sistema no funcionaba así. Me terminé yendo en Subte.

Para el regreso me dijeron: "Llegás a Cabildo y Teodoro García, ahí tomás el 60". En Buenos Aires la misma línea que va, es la que regresa. Increíble, la pesadilla se repetía. Quise extrañar los buses de Colombia, pero no pude. En Cartagena las busetas no paran ni para recoger ni para dejar a los pasajeros, sólo disminuyen la velocidad. En Bogotá pensé en los avisos de ruta con letreros como K7 y Cll68. ¿Cómo sería esa experiencia para un turista?  Podría ser el infierno ambulante, llevando almas en pena en vez de pasajeros.

Caminé tanto mientras buscaba el paradero, que la avenida cambió de nombre. Estaba cansado. Así que ya vencido, decidí probar suerte e irme en el próximo bus 67 que pasara (total, 67 - 7 = 60). Pero tuve una epifanía. Una señora paró un bus de color arequipe y rojo, era el 60. No era el paradero correspondiente, al menos eso creía, pero estaba equivocado.

Montar en bus en Buenos Aires tiene su ciencia. Normalmente el bus es el más difícil de los transportes públicos, en cualquier parte. El truco con este caso es saber que la línea 60 tiene muchos ramales, así que en el paradero no decía "60" sino "38", porque es el ramal 38 que pasaba por ahí, pero nadie en ninguna parte lo explica. No seríamos nada sin el poder de deducción y unos viajes largos revisando cada paradero (me di cuenta de esto luego de unos 5 viajes en que pensé que violaba la ley y paraba el bus donde no debía).

En todo caso, montar en el 60 puede llegar a ser un atractivo. Es la línea más antigua del sistema de buses colectivos y de ella se dice que llega a todas partes. Seguro perderse en un bus es también una forma de conocer la ciudad. ¿Les ha pasado?

6 comentarios:

  1. A mí me aterraba la idea de perderme en ciertas rutas de buses manizaleñas que me llevaban al otro lado de la Av Kevin Angel. Tardé más de un año en montar en un bus distinto a los que me llevaban derechito por la séptima desde la Javeriana hasta mi casa frente a Pozzetto. La aventura de montar en bus en Bogotá se la debo a la imposibilidad de pagar taxi debido a una economía de guerra por allá hace como siete años. Ya no me da miedo perderme en Bogotá y mucho menos al otro lado de la Kevin Ángel en Manizales. Supongo que en otra ciudad será igual o peor ese miedo a perderse, pero esa es una de las mejores formas de conocer una ciudad. Para regresar está el Subte o el Transmi.

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  2. En primer lugar, está genial tu publicación, qué consuelo para mí haberlo leído, por que pensé que a nadie más, le pasaba las cosas que yo he experimentado en tratándose de las perdidas en buses, trenes, subt, o en el peor de los casos, en mi propio carro hasta en las calles del pueblo mas pequeño, y si es caminando no me voy lejos, porque puedo pasar por el mismo lugar 80 pares de veces y no me he dado cuenta. A mi llegada a Boston, por ejemplo, duré una semana entera tratando de coger el bus que me llevara a mi casa y cada día tomaba una opción diferente, la cual me terminaba dejando en el mismo lugar donde me recogió. Esto es lo curioso de la vida.....! Me encanta tu sentido del humor, te recuerdo mucho... cuidate, felicidades

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  3. Una vez me monté en un bus en el centro de Dallas. Yo había usado mis habilidades de deducción para determinar que si me servía, pero como uno en ciudad y país nuevo no está seguro de nada, pues le pregunté al conductor.
    -“ Re bas” me contestó.
    -“Right bus?” or “wrong bus?” le dije.
    Yo quería preguntarle hasta que entendiera, pero ya tenía filita atrás. Yo decidí que lo mejor era seguir…. Pues ya estaba en el primer escalón. En fin, era el “wrong bus”. Ahí estuve una hora en la calle, en otro paradero, esperando el “right bus”…

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  4. @Cosmo A mí me pasó recién llegado a Manizales, que cogí un bus que debía ir cerca del Batallón. Así que me monté en uno que decía Batallón, pero ya había pasado por ahí. Qué angustia, terminé en el centro, pequeñito y solo como era. Pero, final feliz, me encontré con la familia del amigo con el que iba a jugar (y con mi amigo), que visitaban a la abuelita ahí justo al lado de donde me había bajado. Pero eso sí, el susto lo mantuve y estalló otra vez cuando ocho años más tarde, tuve que ir al otro lado de la Kevin Ángel, a la av. del Ferrocarril o algo así. me daba susto perderme ahí o en Malhabar.

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  5. @lucia Behaine gRacias por los piropos :P Jaja. Es que los buses con rutas circulares terminan siendo doblemente complicados, la ventaja es que si no sirve ese bues, pues uno se baja en donde lo recogió y se monta en otro. Lo que no sé es si allá el bolsillo aguante, que en Dallas son más bien caros. Besos.

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  6. @Natalia Pero es que esos buses de Dallas, si yo me acuerdo que el cauchito que separa las ventanas es el que sirve de timbre. Pero eso nadie se lo dice a uno. Bueno, se lo puede decir un señor mexicano que viaja en el puesto de atrás.

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