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jueves, 11 de agosto de 2011

Little painted


Colombia está un poco atrasado en cuestión de café. O seré yo ¿no? Que a los veintipico de años vine a enterarme de qué era un cortado, me lo explicó un español. Si nos hubiéramos tomado el café en serio, nadie diría “deme un cortado”, diría "¿me regala un pintado?”.

Cuando llegué a Manizales esa fue una de las cosas que me llamó la atención. Un café con leche se llamaba (no lo he vuelto a escuchar) “pintado” y un cafecito con leche, un “pintadito”. En Bogotá le decían “perico”. Ya eso no se oye. Caramba, hemos perdido nuestras costumbres ¡nuestros valores! Será culpa de los jóvenes, esos muchachos que hasta trago tomarán.

martes, 9 de agosto de 2011

Mi primer mate

Ya había probado el mate, claro, pero nunca había hecho uno para mí, con mis propios instrumentos: una bombilla barata, agua calentada donde caliento la del café, una muestra gratis de yerba y un jarro mug. Soy el MacGuiver del mate.

El mate es una yerba amarga que crece principalmente en las riberas del río Paraná y el río de La Plata. Se sirve en un vasito de calabaza que también se llama mate, de hecho, el vasito fue el que le dio el nombre a lo demás. Fue parte de la dieta básica de los indígenas guaraníes y ahora también es parte de las culturas de los países que habitaban y sus cercanías: Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Como colombiano, la única familiaridad que tuve con el mate fueron principalmente dos: el room-mate y el jaque mate.

lunes, 25 de julio de 2011

Empanada, nada, nada

Ayer 24 de julio se llevó a cabo la celebración de la Independencia de Colombia en Buenos Aires. La actividad tuvo lugar en la Avenida de Mayo y estaban programadas ventas de artesanías, comida típica y un concierto.

Flavio Vargas GC, Natalia Vargas y Camilo Molina, asistieron con la expectativa de ir a almorzar. Una vez allí se encontraron con los otros 4.997 colombianos que se preveía iban a asistir.

martes, 12 de julio de 2011

Feria de Mataderos

Mis amigos Camilo y Lina, mi cuñado, mi hermana y yo fuimos a la Feria de Mataderos. Cruzamos el centro geográfico de Buenos Aires desde el barrio de Monserrat, pasando por Boedo y Caballito. Camilo había insistido muchísimo en ir y recomendaba esta Feria todos los días.

Cada quien tenía su expectativa. Camilo esperaba mostrarnos algo extraordinario y poco turístico, Lina quería pasarlo bien, mi hermana y mi cuñado querían algo muy autóctono, y yo esperaba que Camilo tuviera razón. Pero cuando llegamos, a un parque más bien desolado, solamente había unos 10 puestos de ventas de mates y cachivaches. Camilo nos pidió que camináramos. “Lo bueno está más adelante”. Y tenía razón.