miércoles, 24 de agosto de 2011

Residencia precaria 2


Viene de Residencia precaria 1

Cuando me di cuenta de que faltaba la hojita, iba de 163 entre 217 personas: bolivianos, colombianos, ecuatorianos y peruanos. La fila avanzaba mientras pensaba en las opciones para solucionar el entuerto.

Pensé que la hojita del turno no era importante. Pero tenía un código de barras. Se sabe que todo lo que tiene un código de barras es importante. Se supone que está codificado, que ese código se creó en alguna parte para decodificarlo en otro lado. Es decir, alguien sabe que ese código existe, que la hojita existe. No puede ser, me van a pedir la hojita.

Cuando por fin estaba lo suficientemente cerca de las ventanillas de atención comencé a ver quiénes tenían cara de buenagente. El de la 01, la del la 02 y la del la 05. Pero cuando faltaban diez personas para que me atendieran, la del 05 se puso de pie, salió de su ventanilla y con cara de pocos amigos grito: “¡En la mano: pasaporte, foto y turno!”. Estaba perdido, no tenía tiempo de arreglarlo y la única solución a la vista era la posibilidad matemática de que me tocara el 01 o la 02, que ganara Uruguay, empatara el Once Caldas y tratar de convencerlos. “Es que de verdad pensé que la había traído”. “Imagínese, hace seis meses pedí la cita”. “No, pero cómo hago, vea que traigo los demás papeles”. Todo eso después de hacer algo de teatro como para disimular que tenía la hojita en el sobre y que hasta ahora me daba cuenta de que no estaba.

Pasé. Estaba nervioso, claro, asumiendo mi papel de colombiano, con ese pasaporte que indica que uno es culpable hasta que no se demuestre lo contrario (con un certificado, por supuesto), en una oficina de migraciones donde se tejen tantas historias de nuestras desventuras internacionales. Y encima, sin la hojita.

Preparado para mi pequeña escena y para hacer las preguntas, me acerqué a la ventanilla. Y qué va, no pidieron la hojita del turno, sino que me recibieron los papeles y a cambio, guardando la coherencia, me dieron otra hojita de turno. Había hecho una cita con un turno, para que me dieran otro turno, en el que  constaba que me había presentado para pedir un turno y que me debían atender después. Un después de 4 horas y 43 personas.

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