jueves, 11 de agosto de 2011

Little painted


Colombia está un poco atrasado en cuestión de café. O seré yo ¿no? Que a los veintipico de años vine a enterarme de qué era un cortado, me lo explicó un español. Si nos hubiéramos tomado el café en serio, nadie diría “deme un cortado”, diría "¿me regala un pintado?”.

Cuando llegué a Manizales esa fue una de las cosas que me llamó la atención. Un café con leche se llamaba (no lo he vuelto a escuchar) “pintado” y un cafecito con leche, un “pintadito”. En Bogotá le decían “perico”. Ya eso no se oye. Caramba, hemos perdido nuestras costumbres ¡nuestros valores! Será culpa de los jóvenes, esos muchachos que hasta trago tomarán.

El caso es que a mi llegada a Buenos Aires tuve que familiarizarme con los tipos de café. No es que haya café ladera, café excelsior, ni nada de esas sinvergüenzuras. Lo común es el café torrado, que se tuesta con azúcar por agüero: se creía en la antigüedad que echarle azúcar hacía que durara más, y resulta que el sistema de conservación no funciona. Logra, eso sí, esconder aromas y sabores del café, por eso no sabemos bien de qué se trata el café argentino. Pero se las han arreglado para hacer con tan poco una variedad, y enseñarnos que el café se toma en más de una forma: jarrito, lágrima, doble y americano, por ejemplo, sin mencionar las preparaciones como el capuchino, el espresso o el moca. En Colombia deberíamos tener al menos una tabla de equivalencias para esas variaciones.

Mi mamá compraba una mezcla en polvo para hacer capuchino, y no era muy distinto al café con leche común. Solamente que sabía como a leche en polvo. Desde entonces sospechaba que nos estaban metiendo los dedos a la boca y hemos terminado creyendo que cualquier café por ser colombiano sabe bien y que cualquier colombiano sabe bien de qué se trata el café. Y no. Hay una o dos marcas en Colombia, por ejemplo, que son muy regulares.

Pero ¿cómo me di cuenta de la diferencia? Por un café que me trajeron, producido en Armenia, cerca de Manizales. Una porción pequeñita, por cierto. Que tenía una consistencia y un sabor muy distinto. Un café buenísimo. Y porque antes me habían traído una de esas marcas y sabía exactamente igual que el café que se consigue comúnmente en Buenos Aires.

Ese café tan bueno es el que debemos tomar y promover, con nuestro ejemplo, para que se pidan pintados, pintaditos, tintos y tinticos, e inventar nuevas formas de mezclarlo con agua y con leche. Dominaremos el mundo. Y nos daremos cuenta de que ese mito del colombiano cafetero será una realidad. Habremos triunfado el día en que un inglés diga “I’ll have a little painted”.

2 comentarios:

  1. Bueno, yo se que hay por lo menos un extranjero (que ambos conocemos) que sabe perfectamente que son tintico, pintado y pintadito. ;-) Además de almojabaine, lined up bread, and bonus bread.

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  2. @Natalia y Jose Luis Jajaja, lo que más risa me dio fue lo del line up bread. :D

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