jueves, 18 de agosto de 2011

Café de Colombia en la Plaza San Martín

“Hermano, vea, un tintico”, dice un muchacho con sombrero aguadeño parado en un andén, junto a una de las bocas de la estación San Martín. La gente sale del túnel del Subte, pasa frente a él. Algunos se sorprenden, lo miran y siguen derecho mientras se ajustan la bufanda o se abotonan el abrigo, y se alejan caminando por la avenida Santa Fe.

Cruzando la calle está la amplia Plaza San Martín, con bancas para sentarse y muchos árboles. Es el equivalente a una plaza de Bolívar. Tiene una estatua del general San Martín, un monumento a los caídos en la Guerra de las Malvinas, y también La Duda, una escultura de Cordier. La rodean edificios antiguos, como palacios, que albergan cafés elegantes y caros.

En el segundo piso de uno de esos edificios, desteñida e inmovilizada entre las rejas de la ventana, está la bandera de Colombia. Es el Consulado, frente a su puerta está el del sombrero aguadeño y otro que carga en el pecho una greca grande como un maletín. “Café colombiano, tómese un café colombiano”.

Este par venden un vasito de café a 4 pesos ($1 USD). Se llaman Sergio y Pablo, y son parte de un grupo de cinco que vende café en otros puntos de Buenos Aires. Son como los vendedores de tinto del Parque Santander de Sincelejo o en el Parque Bolívar de Cartagena.

Además de vender, participan de la cadena de abastecimiento: le piden a quien venga que les traiga café Sello Rojo. De vez en cuando lo piden por correo, “pero es mejor que alguien lo traiga. Sale más barato”. Están empeñados en aprovechar el mercado: unos 20 mil colombianos en Argentina que estudian, como ellos. Pablo está en diseño y Sergio, en una maestría de cine y televisión.

Pasa un costeño de gafas y se acerca a charlar con ellos. Los acentos se mezclan. Sergio es paisa y Pablo, rolo. Le sirven un vasito de café humeante, mientras hablan de trámites, fotocopias, fotos y documentos. El cliente se despide y se va con los otros que siguen por la avenida ajustándose la bufanda y abotonándose el abrigo.

2 comentarios:

  1. Qué lindo tener un pedacito de tu país, ¿no? Lo que me llama la atención de este post, y me divierte, es que ¡entendí la mitad de las palabras! Me encantó, es como una lección de español colombiano :)

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  2. @Ana O'Reilly jaja, no había caído en cuenta en las palabras raras. Si quieres, escríbemelas en un comentario y pongo el equivalente argentino.

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