La primera vez que vine a Buenos Aires me pareció como si
hubiera viajado en el tiempo, unos años atrás, pura nostalgia.
Conocí la ciudad en abril de 2007. Estaba intenso el otoño,
con lluvias y brisas frías. Meses después nevó, luego de 100 años en que
Buenos Aires no veía la nieve. Ese ambiente medio borrascoso fortaleció esa
imagen retro, como un cuadro al pastel, de esos que no se le definen bien los
bordes de las figuras, uno de esos como de principios del siglo veinte. Ahora,
que todo está más moderno, documento lo que supongo, se irá extinguiendo:
El miércoles 21 de septiembre llegó la primavera a Buenos
Aires. “Estaré unos tres meses, en este país que me encanta”, dijo justo al
llegar.
El viernes, sin embargo, hubo protestas en varios sectores
de la ciudad. “Estamos a punto de un cacerolazo”, gritaban muy abrigados los
manifestantes. Reclamaban por los dos días invernales que siguieron a la
llegada de la primavera. Un comité técnico de la Organización de Países de la Zona Templada Sur (Ozotesur) se reunió ayer
para encontrar soluciones, promover unos grados más de temperatura y poner fin al descontento de la gente.
Después de lo que me pasó, camino por Buenos Aires poniendo mucha atención, mirando a todas partes, para evitar encontrarme con la policía.
Iba caminando muy orondo por la Avenida Independencia, respirando la brisa fresca del invierno. En la esquina con la calle Yapeyú me detuvieron dos hombres, de civil, altos y gordos. Uno de ellos sacó una identificación amarilla, como la que cualquiera pudiera escanear e imprimir en la casa. “Policía Federal. Documento”. Ay dios. Saqué la cédula colombiana, que me retuvieron. Me rodearon y me miraron fijamente. “Vos vas a ser testigo de un allanamiento. Acompañanos”.
Brothers' Kiss, famoso grafiti de Berlín ilustra esta entrada
porque el besito argentino es muy rápido para la foto.
Una de las cosas que más me ha costado han sido los saludos y despedidas de beso entre hombres.
El primer recuerdo que asocio con un beso entre hombres, es en el noticiero de televisión, cuando era niño y vi a dos políticos árabes que parecía se iban a matar, pero en vez de eso se dieron un besito. Muchos años después, en Cartagena iba a vivir mi involuntaria experiencia personal.
“Mirá, acaba de haber un accidente. Hay tres personas graves en la esquina de Corrientes y Pueyrredón”. Me lo dijeron justo después de que sonara una grabación con: "esta llamada se origina en un centro penitenciario", así que debía estar hablando con un policía o algo así.
Nadie tenía el número del fijo. Tal vez estaban llamando a la dueña del apartamento. Les dije que hablaran con ella. Me puse en su lugar: también es extranjera, debe conocer a pocas personas y ellos son su apoyo lejos de casa. Lo menos que puedo hacer es avisarle o ayudar a que le avisen. Me dijeron que estaban haciendo las llamadas de rigor y que la podían incluir en la lista. Les di el número de su celular.