martes, 22 de noviembre de 2011
El hombre gentil
A veces uno quiere ser cortés y termina siendo otra cosa. Hoy me volvió a pasar en el Subte.
El transporte público en Buenos Aires es probablemente el escenario de mayor despliegue de cortesías. Las embarazadas, los ancianos, los discapacitados, tienen su puesto garantizado, la gente les ayuda y son pocos los que se hacen los dormidos para no darles el puesto. Por supuesto, yo participo, pero a veces me sale mal.
El Subte iba medio lleno. Tuve suerte de ir sentado durante dos o tres estaciones.De pie iban los personajes recurrentes: muchacha con muchos paquetes, estudiantes con peinados creativos, señor sudoroso y una señora embarazada. A la señora a vi desde que estaba en la estación, entró y se paró en frente de mi. Se agarró del tubo y el tren arrancó. Yo dudaba. La gente me miraba.
Las señora mayores aquí a veces se maquillan mucho y usan ropa juvenil. Así que calcularles la edad es difícil. De todos modos cerré un poco los ojos y di con un número. El resultado: cederle el puesto a la señora. Ella peleaba con esfuerzo contra la inercia en la frenada, se agarraba duro de la barra en las curvas. "Adelantem, siéntese", con sonrisa y todo. "No gracias, quedate sentado". "No, no, por favor". Silencio. Estábamos de pie. Y más silencio. Pesaban las miradas de los otros pasajeros, el conductor echaba un vistazo por el retrovisor. La mujer se sentó y todos hacían que ya no miraban, pero sentía esos ojos encima.
Igual pasó en el Subte. La miradera. Así que me puse de pie y repetí. "Adelante", dije señalando el puesto. Y como un déjà vu, ella respondió. "No, quedate sentado"."No, no, por favor, siéntese". Ella levantó los hombros y se sentó. Luego me miró rayado. Pero apenas se sentó, entendí lo que pasó en el bus. Con toda la cortesía del mundo, le había dicho vieja a la señora mayor. Y cuando en el Subte, la mujer embarazada se sentó, me di cuenta como se le desparramaba la barriga debajo de la blusa. Plop. Le había dicho gorda.
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Jaja, buenísimo. Toca afinar el radar.
ResponderEliminarAy ay ay! A todos nos ha pasado, al menos eso de darle el asiento a una gorda pensando que esta embarazada o a un hombre mayor, que se ofende porque lo tratamos de viejo. Es que no se puede contentar a todo el mundo!
ResponderEliminarQue comicidad! Estoy de acuerdo con Dianalu. Toca afinar el radar. :-)
ResponderEliminarjajajajajajajaja. Qué pecao, mijo.
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