La primera vez que vine a Buenos Aires me pareció como si
hubiera viajado en el tiempo, unos años atrás, pura nostalgia.
Conocí la ciudad en abril de 2007. Estaba intenso el otoño,
con lluvias y brisas frías. Meses después nevó, luego de 100 años en que
Buenos Aires no veía la nieve. Ese ambiente medio borrascoso fortaleció esa
imagen retro, como un cuadro al pastel, de esos que no se le definen bien los
bordes de las figuras, uno de esos como de principios del siglo veinte. Ahora,
que todo está más moderno, documento lo que supongo, se irá extinguiendo:
2. En los supermercados las frutas y verduras se pesan en una instancia previa al pago. Es decir, en la sección de frutas hay una persona que pesa y pone el precio correspondiente antes de pasar a la caja registradora.
3. Todavía hay Renault 6, 12 y 18. Van campantes por ahí,
muchos, aunque es una especie en peligro de extinción.
4. Los cajeros electrónicos todavía se tragan la tarjeta y
no la devuelven hasta que se ha acabado la transacción. Para quienes no están
acostumbrados es usual que la dejen olvidada y para los que tienen suerte, que
son varios, sale alguien detrás corriendo, para devolver la tarjeta.
5. Los ascensores. Muchos son de la primera mitad del siglo
20 y parece que se utilizaron después, hay edificios relativamente modernos que
los usan. Hay que tener cuidado de no machucarse los dedos al abrirlos y
cerrarlos manualmente.
Nota: la marca de la botella es anecdótica, no me pagaron por ponerla ahí. Ellos no están tan desesperados, lamentablemente.
Te cuento que lo de que el cajero se te trague la tarjeta, se reimplementó acá, porque la gente la sacaba tan rápido que el cajero no la leía.
ResponderEliminar@Diana Claro, algunas cosas deben mantenerse desde que beneficien a la gente, y al ambiente, como los envases retornables.
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