lunes, 19 de septiembre de 2011
Ilusión pasajera de un secuestro en Boedo
Después de lo que me pasó, camino por Buenos Aires poniendo mucha atención, mirando a todas partes, para evitar encontrarme con la policía.
Iba caminando muy orondo por la Avenida Independencia, respirando la brisa fresca del invierno. En la esquina con la calle Yapeyú me detuvieron dos hombres, de civil, altos y gordos. Uno de ellos sacó una identificación amarilla, como la que cualquiera pudiera escanear e imprimir en la casa. “Policía Federal. Documento”. Ay dios. Saqué la cédula colombiana, que me retuvieron. Me rodearon y me miraron fijamente. “Vos vas a ser testigo de un allanamiento. Acompañanos”.
Los policías decían que el allanamiento tenía que ver con un caso muy sonado, de una Organización, un Avivato, un Juez, unas construcciones y millones del Gobierno. El asunto ha salido por las noticias y se ha convertido en un lío político enorme. Hace poco Juez ordenó investigar si la Organización o Avivato desviaron los materiales que se han debido utilizar en obras de interés social.
No creía nada. Pensaba que finalmente me habían encontrado los que me llamaron el otro día. Quise mantenerme en la calle, frente a la gente. Así que para zafarme, aprovechando el escenario, utilicé mi mejor estrategia: me hice el bobo. “No, pero yo no puedo. Mire que voy a una reunión de trabajo”. “Esto es una obligación ciudadana”. “Pero cómo, si yo soy extranjero”. “Desde que estés en suelo argentino, la ley es igual para vos”. “¿Y qué hago con mi reunión?”. "Te vamos a dar una constancia". Ya desesperado quería avisarle a alguien porque esto pintaba mal. "¿Pero puedo ir a llamar para avisar que no llego?". "Allá te prestamos un teléfono". No tenía escapatoria, me parecía una actitud abusiva y me llevaban, a hacer no sé qué, contra mi voluntad.
A mitad de cuadra habían más gordos grandes. "Vamos allá, donde están los demás policías". Todos de civil. Y había un flaco. "Él es el otro testigo". Nos rodearon. "Entremos". Pensé que me habían secuestrado. En total eran doce escoltas y Testigo 2. Me llevaron al segundo piso, tocaron la puerta, y abrió otro flaco, como de mi edad. Hagan de cuenta Screech. Ahí uno de los gordos leyó en voz alta la orden de Juez.
De pronto, todo tomó ese aire notarial. Los policías hablaban con leguleyismos. Que "el juez", que "la causa", que "la diligencia", "procédese", "anúnciase" y otra palabras que les encantan a los abogados. A Testigo 2 y a mí nos pusieron a ver el apartamento que Screech había desordenado con gran talento. El inspector, que dirigía la operación, se sentó a escribir el acta como en los viejos tiempos: a mano. Me acordé de aquella secuencia de la Estrategia del Caracol, solamente esperaba que la cosa no fuera a terminar igual. Parecía que todo era verdad y que yo, simplemente, era un incauto, muy de malas, que estaba colaborando con la justicia.
Cuando la cosa avanzaba, paramos. "Falta el otro departamento. Llevá a los testigos". Fuimos al lado e ídem, ídem, ídem. Luego llegó una arquitecta que quitó unos pedazos de pared. El acta se hizo más larga, y cuando ya parecía que estaba cerca el punto final, Testigo 2 se trenzó en una discusión sobre un celular y un allanamiento que había tenido lugar hace dos años. Hágame el favor. Ya me quería ir, oscurecía y Testigo 2 demorando la diligencia.
Finalmente el inspector terminó su manuscrito y lo leyó en voz alta. Me tomaron los datos y me hicieron firmar en una esquinita del papiro aquel. Me fui, por supuesto, después de haber hecho "la llamada" a mi amigo Camilo, que interpretó al "doctor" con que me iba a reunir, y de recibir mi constancia como testigo del allanamiento. Sólo al final de todo eso, me devolvieron la cédula.
Ayer iba caminando por Independencia y en una esquina había un grupo de policías, uniformados. Adivinen qué, di media vuelta.
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Era un allanamiento por la causa de Shocklender? Guau!
ResponderEliminarLo mas interesante es el acta a mano. De seguro en una libretita Scribe y su pluma Bic.
ResponderEliminarO_o!!! No sé si decirte que eres muy de malas porque estas cosas le pasan a uno en un millón, o muy de buenas porque no fué nada grave. Yo creo que a lo mejor yo hubiera salido corriendo. ¡No puedo creer que te estén pasando las cosas que no te pasaron en el cual fue considerado uno de los países mas violentos del mundo!
ResponderEliminar@Ana O'Reilly Así es. Imagínate uno así, tan anónimo y que lo hayan metido en ese paseo. Igual me explicaron un par de cosas que no sabía.
ResponderEliminar@Jose Luis Herrera jajaja, no, no, pero casi. Era en unas hojas sueltas de papel bond.
ResponderEliminar@Natalia Pues imagínate. Luego me dijeron que era muy normal que eso pasara. Un amigo me contó que a él le pasa mucho porque va de corbata a trabajar y entonces da la impresión de ser confiable. Así que bueno, hay que verle el lado positivo.
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