martes, 1 de noviembre de 2011

Árboles


Estaba esperando a la primavera para poder tomar una foto y demostrar qué tienen en común París, Buenos Aires y Valledupar.

La foto de arriba es de una calle en Boedo, un barrio residencial cerca del corazón de Buenos Aires. Y así son todas estas calles. Llenas de árboles. Probablemente uno de los mejores aciertos urbanísticos en la historia de la humanidad, poner vegetación en las calles.

No sé cómo se llaman estos árboles. Sueltan unos racimos de no sé qué que están en los andenes, pero como son naturales no ensucian, y si ensucian, es mejor eso que la basura de las casas. En invierno son un peladero de ramas que la administración municipal corta un poco para evitar que no se caigan y le hagan daño a alguien. De resto en otoño cambian de color, aparecen de improviso las hojas verdes en las dos primeras semanas de la primavera y dan sombra en verano.

Y así también es París. De pronto con menos árboles en los andenes, pero llena de parques y patios con matas que sobresalen. Como será que hay turistas que van para ver los parques, el Louvre y la Torre Eiffel. También hay árboles en las calles de Valledupar, palos de mango en los andenes y esos almendros que dejan caer sus frutos haciendo ruido sobre los carros.

Todo esto porque debajo del árbol me acordé del Camellón de Los Mártires en Cartagena. Hagan de cuenta una plazoleta que divide dos calles. Una calle a un lado tiene un parque, la otra calle da a las famosas esculturas de Los Pegasos y a una boca de la bahía. En medio, la plazoleta, que era relativamente fea. Tenía unas matas en desorden y unas esculturas que estaban puestas devezencuando. La arreglaron, ordenaron las esculturas y quitaron todo lo verde. Hoy es un desierto de baldosa y de concreto por el que no es recomendable pasar entre las nueve de la mañana y las cuatro de la tarde. Así nos pasa. Esta semana en Manizales, cuentan que tumbaron unos árboles para hacer un parqueadero.




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