Feria de Mataderos

Mis amigos Camilo y Lina, mi cuñado, mi hermana y yo fuimos a la Feria de Mataderos. Cruzamos el centro geográfico de Buenos Aires desde el barrio de Monserrat, pasando por Boedo y Caballito. Camilo había insistido muchísimo en ir y recomendaba esta Feria todos los días.

Cada quien tenía su expectativa. Camilo esperaba mostrarnos algo extraordinario y poco turístico, Lina quería pasarlo bien, mi hermana y mi cuñado querían algo muy autóctono, y yo esperaba que Camilo tuviera razón. Pero cuando llegamos, a un parque más bien desolado, solamente había unos 10 puestos de ventas de mates y cachivaches. Camilo nos pidió que camináramos. “Lo bueno está más adelante”. Y tenía razón.

Estaba llenísimo de vecinos del barrio Mataderos, donde hace años se realizaba el sacrificio, corte y distribución de las reses para el mercado de carne. Ahora hay una población de clase media tan variada en oficios como las de cualquier barrio.

Humeaban las parrillas con chorizos, había cientos de puestos donde vendían de todo y, en una tarima, tocaban chacareras, un baile originado en Santiago del Estero al norte del país. El nombre del baile se deriva de “chacra” que para los quechuas es el lugar del cultivo, la misma palabra que para lo mismo usan los tikuna del Amazonas.

Moríamos de hambre. Comimos un choripán buenísimo.

Una señora cantó chacareras y sambas, y hubo baile espontáneo frente a la tarima, con pañuelito. Lo mejor era ver bailar a los viejos, que estaban muy contentos y probablemente eran los que más disfrutaban con hijos y nietos. Cuando ya caía la tarde y daba frío, comenzó a tocar Pedro Aznar, compañero de fórmula de Charly García en Serú Girán. Se trataba de un concierto especial porque ese día se cumplían 25 años de la Feria.

Resultó todo buenísimo. Sin duda ahí está uno de los mejores choripanes de la ciudad y una buena oportunidad para encontrar aquello que es típico, que refleja cosas de Buenos Aires y de Argentina más allá del tango y del fútbol.